Cómo aprovechar las claras de huevo

La clara de huevo, desde tiempos milenarios, se ha usado de distintas formas para aprovechar sus bondades (no solo a nivel nutritivo y alimenticio) y aplicarlas en nuestro rostro y el cuidado de la piel en general.

Hay veces en las que estamos cocinando u horneando un pastel y pueden quedar sobrando unas cuantas claras de huevo, ¿qué hacer con ellas? La respuesta correcta es: no desperdiciarlas.

Podemos conservarlas o usarlas para nuestro beneficio, sea para el rostro o en forma de alimento.

Si esto te ha pasado alguna vez, entonces te invitamos a seguir leyendo para que sepas cómo aprovechar las claras de huevo.

 

Claras de huevo en el cuidado de la piel

Vamos a empezar por nuestra piel y cómo esta puede beneficiarse usando claras de huevo. En primer lugar, es necesario recordar que es un “arma” natural contra el envejecimiento de la piel y las líneas de expresión.

La clara de huevo nos puede servir como un reafirmante por excelencia para nuestro rostro. Algo que podemos hacer es una mascarilla batiendo las claras a punto de nieve y aplicarla con ayuda de una brocha o algodón en los párpados y en las ojeras.

Déjala actuar por aproximadamente 10 minutos y luego remuévela con abundante agua. Importante recordar que la cara debe estar previamente lavada.

Por otro lado, las claras de huevo nos pueden ayudar a reducir de forma significativa las espinillas y los molestos puntos negros.

¿Qué debemos hacer? Buscar papel higiénico, un envase para batir la clara y  una brocha. Vamos a esparcir la mezcla en nuestra zona T, que es donde se acumula más grasa y, acto seguido, pondremos dos láminas de papel.

Debemos repetir este procedimiento por lo menos dos veces (capa sobre capa), dejamos que haga su magia por 30 minutos y removemos cuando se haya secado nuestra mascarilla. Finalmente enjuagamos el rostro con agua.

 

Sacando provecho a las claras de huevo en la cocina

Ahora es turno de la cocina, donde todo lo que sobre puede usarse para complementar, y las claras de huevo no son la excepción. Pero hay diferentes maneras –además hacer un merengue– de aprovecharlas para crear platos y postres; te lo contamos a continuación:

Mousse

El Mousse (varía en sus sabores dulces o salados) es una de las entradas o postres más sencillas de elaborar. Podemos hacer uno de limón, chocolate o hasta uno de fresa. Es un postre que no requiere de tanto esfuerzo.

Pastel sin harina

¡Por supuesto que lo podemos hacer! ¿A quién no le gusta un pastel por más sencillo que sea? Este s uno de esos, para el cual solo se necesitan las claras de huevo, queso crema y chocolate blanco.

Tenemos que integrar todos los elementos en un bowl, luego pasarlos a un envase de hornear antiadherente, dejar en el horno por una hora a  150 °C. Seguidamente, dejamos reposar y levamos al congelador por una hora. Al final decoramos con fresas o tu fruta preferida y espolvoreamos azúcar glass.